LEYENDAS DEL ROCK 2025 – JORNADA DEL VIERNES 8: TROVADORES, MITOS Y BATALLAS ÉPICAS

El viernes comenzaba con calor, pero no solo el del clima, sino también el de Hadadanza en su concierto acústico en la Plaza Mayor de Villena.

Subieron poco a poco todos con Victor, guitarrista de Leyendas de Oz, de invitado especial, una intro sonó con la voz de Galadriel para dar comienzo al concierto después con «Bebé con nosotros». Aplausos y saltos llenaron la plaza con parte del público disfrazado de elfos o guerreros vikingos.

Dave anunció que nos íbamos al circo con «¡Qué empiece la función!», donde reinó la alegría con Andrea animando con sus bailes. Después, el frescor llegó con «La Colina», un dúo fantástico entre Dave y Victoria. Y pronto, llegó uno de los momentos más celebrados: «Soy Trovador», con la respuesta unánime del público gritando al coro de Dave, mientras la flauta de Bárbara, el bajo de Alberto y la batería de Momo daban más fuerza aún al tema.

No faltaron personajes ya inseparables del universo de Hadadanza, como «Derry Doll» o «Farlequin», que arrancaron sonrisas y complicidad con el público, ni la épica de «Una Aventura Inesperada», que hizo corear a toda la explanada con el espíritu aventurero que la banda transmite en cada nota. El cierre con «La Fiesta de los Espíritus» fue uno de esos momentos que quedan grabados: además de ser un estallido colectivo de alegría y comunión, se convirtió en algo entrañable cuando la hija de Alberto participó desde el público, aportando un toque de ternura que hizo vibrar a todos los presentes. Un broche perfecto para un concierto acústico que, lejos de ser solo un arranque del día, se sintió como un regalo especial para todo aquel que lo vivió en la Plaza Mayor.

Con el ambiente ya encendido en el centro de Villena, la atención se trasladaba a la explanada del recinto principal, donde arrancaban los conciertos eléctricos de la jornada.

Los encargados de inaugurar la tarde fueron Elvenking, que ofrecieron un show sólido, con un gran sonido y su pegadizo folk & power metal. El violinista Lethien brilló como pieza clave en su propuesta, mientras que Damna se presentó con cornamenta en «Throes of Atonement» para después despojarse de ella en «Pagan Revolution», dando rienda suelta a su voz. La épica de «Silverseal» y «Moonbeam Stone Circle» convirtió el concierto en un auténtico ritual pagano, donde Damna invocó al público como “paganos” en repetidas ocasiones, reforzando el vínculo con la naturaleza y la espiritualidad que transmite su música.

El setlist estuvo muy equilibrado, combinando cortes de su último disco con clásicos que ya son imprescindibles en sus directos. Hubo momentos para el desenfreno, pero también para la épica más solemne, con coros que hicieron retumbar la explanada y un sonido en el que el violín y las guitarras se fundieron con precisión quirúrgica. La banda se mostró compacta, entregada y cercana, agradeciendo constantemente la respuesta de un público que se volcó desde el primer minuto. Elvenking demostraron que siguen siendo una referencia absoluta del folk metal europeo y que su fórmula, lejos de desgastarse, sigue creciendo en frescura y potencia sobre el escenario. Después, los franceses Novelists tomaron el relevo con su propuesta moderna y contundente, que sirvió para mantener la energía al alza y ofrecer un contraste estilístico en la programación.

La singular propuesta de Van Canto llegó a continuación, demostrando una vez más que su fórmula a cappella es capaz de llenar cualquier escenario. Con coros atronadores y una conexión especial con el público, su actuación dejó claro por qué son una de las formaciones más únicas del festival.

Pioneros indiscutibles del folk metal europeo y portadores orgullosos de la mitología de su tierra, los de Keith Fay salieron al escenario del Leyendas con una presencia que imponía respeto incluso antes de arrancar la primera nota. La expectación era palpable, porque no todos los días se tiene la oportunidad de ver a una de las bandas que sembró las semillas del género en los años noventa, y que hoy, más de tres décadas después, sigue tan vigente como en sus inicios.

Desde los primeros acordes de The Living, el ambiente cambió por completo: el público entendió de inmediato que se encontraba ante un concierto especial, uno de esos que no se olvidan. Las guitarras marcaban un camino agresivo y directo, mientras Keith imponía con su voz un relato que parecía sacado de antiguas sagas celtas. No había adornos innecesarios ni elementos de relleno; todo sonaba contundente y sincero, como un rugido que venía desde lo más profundo de la isla esmeralda.

La banda, formada actualmente por Keith Fay (voz y guitarra), John Ryan (violín en estudio, pero aquí centrado en la electricidad de las cuerdas), Michał Bugajski a la batería y Kieran Ball a la guitarra, mostró una compenetración impecable. La batería golpeaba con fuerza marcial, las guitarras sonaban crudas y afiladas, y sobre esa base Keith desplegaba letras que hablan de héroes, batallas y deidades que parecen despertar de su letargo cada vez que Cruachan pisa un escenario.

El concierto se convirtió en un auténtico viaje a la Irlanda ancestral: canciones como Born for War (The Rise of Brian Boru) o The Morrigan’s Call hicieron que la explanada del recinto se transformara en un campo de batalla mitológico, donde cada riff era una espada y cada estribillo un grito de guerra. Cuando sonó Blood for the Blood God, la comunión con el público fue total: los cuernos al aire, los puños levantados y las gargantas dejándose la voz en cada coro. Fue un estallido de energía guerrera que puso la piel de gallina a más de uno.

El concierto de Cruachan fue, en esencia, un viaje musical a través de la Irlanda antigua, lleno de simbolismo y ferocidad, donde el paganismo, la sangre y la historia se fundieron en una ceremonia catártica. Sin artificios excesivos ni poses, la banda conquistó por autenticidad, entrega y un legado que sigue vivo, evolucionando pero fiel a sus raíces. En Leyendas del Rock 2025 no solo ofrecieron un show: invocaron un espíritu ancestral que hizo vibrar cada rincón del festival, demostrando por qué siguen siendo una referencia imprescindible dentro del folk metal europeo. Fue un ritual pagano y una clase magistral de cómo este género puede mantener su esencia más pura sin necesidad de adornos, apoyado únicamente en la fuerza de sus canciones y en la química de sus músicos sobre el escenario. Con esa combinación de crudeza y magia, Cruachan dejó grabado en la memoria de todos los presentes un capítulo más de su legado inmortal.

Tras esta descarga celta, no había tiempo para el descanso: tocaba correr hacia el Jesús de la Rosa Stage, donde nos esperaba la fiesta alemana de Feuerschwanz.

Hay bandas que hacen ruido, otras que generan espectáculo… y luego está Feuerschwanz, que llega, conquista y transforma cada concierto en una fiesta medieval amplificada, donde el acero, el humor y la épica conviven en perfecta armonía. En su tercera visita al Leyendas del Rock, los alemanes confirmaron por qué son uno de los pilares más sólidos del folk metal europeo moderno, presentando además un show especialmente potenciado por el marco nocturno, la pirotecnia y unas visuales que hicieron vibrar a todo el Jesús de la Rosa Stage.

Desde el primer acorde de SGFRD Dragonslayer la multitud respondió como si despertara una bestia dormida. Hauptmann Feuerschwanz comandó la batalla con ese carisma de juglar provocador y caudillo festivo, mientras que Prinz Hodenherz III (Ben Metzner) alternaba flautas, gaitas, mandolina y coros, desatado en todo momento. El dúo fue el motor de un directo que arrasó de principio a fin.

Temas como Metfest, Memento Mori y Bastard von Asgard incendiaron el aire, mezclando riffs demoledores con melodías que evocaban tabernas, guerras legendarias y banquetes de otro mundo. El público saltaba, coreaba y respondía como una marea imparable. Más adelante, el toque burlesco y desmadrado de Knightclub y Schubsetanz puso a bailar a todos en un frenesí carnavalesco, mientras Berzerkermode y Highlander sacaron la vena vikinga de la audiencia.

El espectáculo no se quedó solo en música: las Miezen, bailarinas y coreógrafas inseparables de la banda, aportaron dramatismo, humor y sensualidad a cada tema, mientras el fuego y las luces narraban la historia como una saga en tiempo real. El bloque central dejó espacio también para la emoción, con un solo de batería enlazado a la locura de “Taking the Hobbits to Isengard”, coreado como si de un himno se tratara y arrancando sonrisas de complicidad entre los fans más veteranos. Pero el momento de éxtasis absoluto llegó con “Dragostea din tei”, ese clásico pop reconvertido en locura folk-metalera que transformó el recinto en una pista de baile descomunal. Y aunque parecía imposible subir más la energía, los bises descargaron un tridente imbatible: “Valhalla”, con todo el público coreando al unísono; “Rohirrim”, con un guiño directo al universo Tolkien; y “Das Elfte Gebot”, rubricado entre fuego y chispas, con Metzner a la mandolina y toda la banda al frente.

Lo de Feuerschwanz en Villena fue un triunfo incontestable: un espectáculo que combinó la seriedad de los himnos épicos con el desenfreno de sus temas más disparatados. Hubo épica, humor, baile, fiesta y metal en estado puro. En su 20º aniversario, la banda alemana no solo celebra su camino recorrido, sino que demuestra que su historia sigue escribiéndose con paso firme. Una actuación que volvió a dejar huella en el Leyendas del Rock… otra vez.

Tras la descarga incendiaria de Feuerschwanz, tocaba darnos un respiro. Era el momento perfecto para cenar, refrescarnos y recuperar energías de cara a lo que aún quedaba por delante. Y qué mejor banda sonora para ese parón estratégico que Within Temptation, que llegaban al escenario principal con toda la elegancia de Sharon den Adel al frente. Su show fue un despliegue de épica sinfónica, visualmente impecable, con ese contraste entre la potencia orquestal y la delicadeza de la voz de Sharon, que sigue siendo capaz de hipnotizar incluso a quienes los escuchan de fondo mientras buscan algo de sombra o se sientan a comer. Entre clásicos como Stand My Ground o Angels y temas más recientes, el grupo demostró por qué sigue siendo una de las referencias más grandes del metal sinfónico a nivel mundial.

Después llegaría el turno de Tierra Santa, toda una institución en nuestro heavy metal, que ofreció un viaje por leyendas, batallas e himnos que han marcado generaciones. Con su característico estilo épico y directo, canciones como La canción del pirata, Legendario o Juana de Arco levantaron coros multitudinarios, demostrando por qué sus letras forman parte de la memoria colectiva del metal en castellano. En mitad del concierto protagonizaron uno de los momentos más emotivos de la jornada al condenar el genocidio de Gaza diciendo que “ellos están en contra de esa barbarie y que ellos también son Tierra Santa”, lo que provocó un aplauso unánime y cargado de emoción. Una actuación sólida y celebrada, que avivó la llama del público y sirvió como paso firme hacia lo que estaba por venir.

El cierre del viernes estuvo en manos de Celtian, que pusieron el broche de oro a la jornada con un concierto lleno de magia y complicidad. La descarga comenzó con “La Profecía”, donde el whistle de Diego brilló especialmente, más que en otros conciertos que en Brutal Folk Metal hayamos vivido. Txus sorprendió al no recurrir a su habitual violín y empuñar en su lugar el bouzuki, aportando un matiz distinto al arranque.

Para este primer bloque, Diego se calzó la gaita y, junto a Txus y Raúl, protagonizaron un arranque de coros compartiendo micrófono, en una estampa de complicidad y energía que reflejaba la hermandad de la banda. Sin embargo, un problema técnico obligó a hacer una breve pausa, momento que el público convirtió en un cántico colectivo para mantener viva la llama.

Solventadas las dificultades, la descarga continuó con una Niamh espectacular, con Xana metiéndose al público en el bolsillo con su desparpajo: “¿Quién se quiere ir a dormir? ¡Mañana a las 10… bueno, a las 12! A las 10 solo para ir despertando”, bromeaba, refiriéndose al concierto acústico del día siguiente.

No obstante, los problemas de sonido seguían acechando, y Diego señalaba que el micro de Xana apenas se escuchaba. Ella, lejos de venirse abajo, optó por continuar con el mismo, mostrando profesionalidad y aplomo. Mientras tanto, Diego, Raúl y Txus se compincharon en una auténtica vorágine de amistad, demostrando que nada podía quebrar el buen ambiente sobre el escenario.

Entre agradecimientos al festival por su apoyo y recordatorios de la gran cita final en Madrid el próximo mayo, Celtian supieron convertir las adversidades en complicidad con el público. Y lo mejor estaba por llegar: la aparición de Rosalía Sairem, la imponente vocalista de Therion, engalanada para dar vida a un dúo inolvidable con Xana. El público contuvo la respiración durante En Tierra de Hadas, mientras casi todos los músicos abandonaban el escenario para dejar que las dos divas del metal brillaran en un clímax emocionante y poderoso.

Así se cerraba el viernes en el Leyendas del Rock: con magia, fuerza y un broche de lujo que unió a Celtian con Rosalía en una noche para el recuerdo.