REINO DE HADES Y SU OBRA MAESTRA: “SIETE RUNAS”, UNA ODISEA DE METAL, MITO Y DESIERTO ROJO

En una escena donde la épica a menudo se diluye en fórmulas previsibles, REINO DE HADES continúa forjando su camino con convicción y pulso narrativo. Desde sus inicios, esta banda jaenera ha sabido conjugar el metal más clásico con elementos sinfónicos y un imaginario profundamente literario y mitológico. Tras LEYENDAS DEL AQUERONTE (2012) y REFLEJOS DEL CAOS (2019), su tercer trabajo, SIETE RUNAS, publicado en 2023, supone no solo un salto de madurez, sino una declaración artística que consolida su identidad.

FORMACIÓN

En este disco, REINO DE HADES está formado por:

  • JOE FERNÁNDEZ – Voz
  • SERGIO JIMÉNEZ – Violín
  • J. ANTONIO VALDERAS – Flautas y gaitas
  • ANTONIO J. PÉREZ – Bajo y coros
  • JAVIER FERRÓN – Guitarras
  • FRANCISCO JAVIER ROA – Guitarras
  • DAVID LÓPEZ – Teclados
  • FABIO ROMERO – Batería

Una formación sólida y bien equilibrada, donde cada músico aporta una pieza indispensable al conjunto. Los instrumentos tradicionales se integran con naturalidad en una base de metal melódico que no renuncia a la contundencia. La presencia de flautas, gaitas y violín es protagonista en el sonido global, enriqueciendo la narrativa de cada canción.

PRODUCCIÓN Y CONCEPTO

Grabado, mezclado y producido por DAVID FIDEL CASTRO en BOMTRACK RECORDS, el disco suena robusto, equilibrado, con una producción limpia que respeta la energía natural de la banda. Se percibe un trabajo cuidadoso tanto en la mezcla como en la colocación de cada instrumento en el espacio sonoro.

El diseño del libreto, obra de JOEL MARCO, y la fotografía de MARIBEL ERENCIA completan una edición cuidada, coherente con el contenido musical y con ese espíritu de “álbum-objeto” que tanto se agradece en tiempos digitales. Cada runa tiene su símbolo, cada canción su imagen: un trabajo visual que amplía y acompaña la experiencia sonora.

Este álbum no es una mera colección de canciones: es un códice. Cada pista es una runa, una clave que activa símbolos y emociones, y que lleva al oyente por un itinerario que oscila entre la oscuridad, la redención y el eco de los antiguos mitos. El grupo se muestra aquí más ambicioso que nunca, cuidando con mimo cada letra, cada atmósfera, cada silencio.

LA TRAMA DE LAS RUNAS

LA REINA OSCURA es una historia de amor que desafía la muerte, narrada desde una épica sombría. La letra nos sitúa en un universo trágico donde dos amigos comparten un destino sellado por la oscuridad. “Cada vez que la Luna alumbra en sus dominios, una voz hará temblar al bien y al mal” marca el inicio de un relato donde el temor y la lealtad se entrelazan. La figura de la reina oscura representa no solo una amenaza externa, sino un destino inevitable que solo puede enfrentarse con amor y coraje. “Nunca te abandonaré, cuidaré de ti. Nuestra suerte cambiará” resume el núcleo emocional de la canción. El protagonista, sostenido por la luz de quien ama, se enfrenta a la sombra con el propósito de liberar a su compañera. La estructura musical refuerza este arco dramático: de lo sombrío a lo heroico, con gaitas y violines elevando el tono emocional mientras la voz de Joe se mueve entre la ternura y la intensidad. La canción alterna lo íntimo y lo épico con gran equilibrio.

A TRAVÉS DE TI presenta un enfoque más introspectivo. La letra está construida sobre la extraña sensación de verse a uno mismo a través del otro, de no poder tocar lo que se ama, pero seguir caminando por ese vínculo invisible. “Puedo ver el mundo a través de ti, con la extraña sensación de estar lejos de mí” revela esa paradoja emocional de cercanía distante. El tema habla de reconstrucción, de saltar aunque no se vea la red, de avanzar sin garantías. “Vives en un mundo en espiral, luchas por creer, buscas tu lugar” se repite como un mantra existencial. El violín actúa como un eco emocional, amplificando ese vaivén entre duda y esperanza. La canción encierra un mensaje de redención: “Viviré sin ti, aunque hay algo que no olvido”. El videoclip que acompaña esta canción refuerza su carga emocional y cuenta con la colaboración de ISRA RAMOS (Amadeüs, ex Avalanch), quien aporta su presencia y sensibilidad artística para dar vida visual a este momento de calma y vulnerabilidad dentro del álbum.

SIETE RUNAS no solo da nombre al disco, sino que funciona como su núcleo conceptual. La canción abre con una imagen poderosa: “Cuentan sabios que un viejo chamán apareció desde un lejano lugar”, evocando un tiempo remoto donde el conocimiento era transmitido oralmente por guardianes de lo sagrado. La idea de las runas como símbolos eternos que revelan el equilibrio entre el bien y el mal recorre todo el tema. “Siete Runas de la Eternidad, muestran su luz bajo el influjo lunar” suena casi como una invocación. La letra entrelaza destino, sabiduría oculta y búsqueda personal, y lo hace con una cadencia que recuerda a los antiguos cantares épicos. “El saber ancestral sigue oculto al mortal que no sabe que en él está la verdad” deja claro que el conocimiento no se impone, se descubre. Musicalmente, el tema progresa desde un tono misterioso hacia una atmósfera de revelación, donde las flautas y guitarras se alternan en un diálogo ritual. Culmina en una frase que resume el alma del álbum: “El poder del bien y el mal en ti nacerá, al mundo revelarás una luz sin final”. Esta pista resume la esencia del disco: la música como conjuro, la letra como legado, la canción como piedra angular de una cosmogonía personal.

EL GRAN KHAN se construye como una crónica imperial teñida de admiración, temor y advertencia. Desde el inicio, la letra pinta la imagen de un líder destinado a forjar un imperio: “De una tierra por labrar un hombre surgirá sobre un pueblo fiel”. La épica se despliega a través de versos que hablan de conquistas, uniones de clanes y sangre derramada. Pero también hay una reflexión latente sobre lo que cuesta construir una leyenda. “Libertad, sangre y fuego, forjará sobre el mejor acero” es tanto una exaltación como una advertencia: el poder se gana a un precio. El uso repetido de este verso funciona como un martillo rítmico, acentuando la brutalidad de la gesta. El protagonista es un titán forjado en batalla, cuyos pasos marcan caminos y cuyo legado se mide en sangre y respeto. “Y al final, en su lecho temerán hasta su último aliento” es la estampa de una figura que inspira tanto reverencia como temor. Instrumentalmente, la canción galopa como una marcha militar, con riffs potentes, tambores marciales y atmósferas densas que simulan el avance de un ejército imparable. El tema logra un equilibrio fascinante entre la exaltación heroica y el juicio moral, invitando a reflexionar sobre la delgada línea entre líder y tirano, entre leyenda y prisión.

ÁRIDO EDÉN es un poema de desencanto. “Mi Edén fue un desierto, sin fe ni verdad” resume su espíritu. La banda denuncia la falsa utopía de las conquistas materiales que se desmoronan. La música acompaña este clima con acordes lentos y desgastados, como si cada nota caminara arrastrando los pies. Esta canción fue elegida como videoclip y grabada en las MINAS DE RIOTINTO (Huelva), un paraje casi marciano, cargado de historia minera, oxidación y paisaje extremo. Inspirada visualmente en Marte, el planeta rojo, la estética de abandono y ruina potencia el mensaje: desolación, desgaste, promesas rotas.

NO MIRES ATRÁS es una de las canciones más accesibles del disco. La letra apela a la valentía de romper con lo que nos ata, aunque haya sido amado. “El acuerdo nos espera” marca ese giro entre nostalgia y renovación. Se intuye una historia de cambio, de puerto a taberna, donde la búsqueda de paz interior termina en la afirmación de un nuevo camino. Musicalmente es optimista, con estructuras más cercanas al folk rock, pero sin perder el dramatismo emocional que caracteriza al disco.

DE TABERNAS Y TESOROS expande el universo pirata de la banda. No se trata solo de aventuras en alta mar, sino de una crítica al poder terrenal y la codicia disfrazada de gloria. “Repartiremos el botín con toda la villa, y tu codicia será segada por el poder terrenal” lanza una advertencia desde la voz de quien ha vivido traiciones y pactos rotos. El ritmo animado de esta canción no oculta su trasfondo: la pérdida de la inocencia y la sabiduría ganada entre tabernas, mapas y sangre.

LA ISLA DE LOS BENDITOS funciona como una pieza instrumental cargada de simbolismo. Se presenta como el lugar donde descansan los héroes y las almas de los virtuosos. El enfoque atmosférico, casi cinematográfico, sirve de puente emocional antes del desenlace final. Aquí el grupo muestra su capacidad para evocar sin palabras, apoyándose en melodías delicadas que invitan a la introspección. Su inclusión no es casual: representa el anhelo de una redención posible, un último refugio tras la batalla, una utopía que solo puede alcanzarse al final del viaje si se ha caminado con honor.

CERBERO cierra el álbum desde lo profundo. El guardián de los muertos, figura temible y simbólica, representa el enfrentamiento final del alma consigo misma. “Pagará quien no diga la verdad” es una sentencia clara, una purga. Musicalmente, es densa, arrastrada, con un aire ritual que recuerda a antiguas tragedias. La banda se despide con una nota grave, como si el viaje no pudiera terminar sin antes mirar a los ojos al monstruo del umbral. La letra se sumerge en la oscuridad del juicio, con versos que evocan el dolor, la traición y la búsqueda de redención. “El lamento enamorado de un triste laúd” añade un matiz lírico a la brutalidad del tema, como si incluso en el infierno quedara una última nota de belleza. Cerbero no es solo una amenaza, sino el guardián de la verdad más dura: la que uno debe decirse a sí mismo.

CONCLUSIÓN

SIETE RUNAS no es solo un disco. Es un rito. Una puerta tallada con palabras y acordes por la que uno accede a un mundo propio, denso, vibrante, que pide ser explorado sin prisa. REINO DE HADES se posiciona aquí como una de esas bandas que no busca el éxito inmediato, sino el legado. Que no teme ensuciarse de mitología, de literatura, de simbolismo, para ofrecer algo más que entretenimiento.

Este álbum se escucha, sí, pero también se lee, se interpreta, se respira. Y, cuando termina, no deja un vacío, sino un eco. Como si en lugar de un final, estuviéramos solo ante la última runa… esperando ser descifrada.