DROPKICK MURPHYS: PUNK, RABIA Y UNA VERDAD INCÓMODA PARA LOS DE ARRIBA

Dropkick Murphys vuelven a levantar el puño con Who’ll Stand With Us?, una de sus canciones más incendiarias y necesarias en años. En tiempos donde el descontento social se palpa en cada rincón del mundo, la banda de Boston lanza un himno combativo que atraviesa generaciones, cargado de rabia, memoria histórica y una pregunta que lo sacude todo: ¿quién estará con nosotros?

La letra no deja resquicio para la duda. A lo largo de sus versos, se denuncia con crudeza cómo a través de los siglos, en todos los países, los trabajadores han sido carne de cañón de un sistema que se sostiene sobre sus espaldas, pero que los margina, los aplasta y los silencia. Desde el filo de la espada del tirano hasta la bota del matón, el pueblo ha sangrado por decisiones que solo han beneficiado a unos pocos: los ricos, los poderosos, los intocables.

Dropkick Murphys apuntan sin rodeos al corazón del problema: guerras injustas libradas por intereses ajenos, edificios levantados con sudor robado, vidas enteras hipotecadas por un modelo que exprime hasta el último aliento de la clase trabajadora. Todo en nombre de falsos dioses, de patrias huecas, de cruzadas económicas disfrazadas de progreso. Y mientras tanto, los banqueros y jefes, esos que nunca han aportado “of any blood / of any sweat / of any tears” (ni una gota de sangre, ni de sudor, ni de lágrimas), se sientan a recoger beneficios sin conocer el precio humano que hay detrás de cada engranaje.

Musicalmente, la banda recupera toda su fuerza callejera y su esencia punk-folk para lanzar un mensaje que no se puede ignorar. El ritmo golpea como una marcha obrera, el estribillo resuena como un clamor en las barricadas. “Don’t tell us everything is fine”, gritan, porque no lo está. Porque el motor del mundo lo alimentan los de abajo mientras los de arriba solo aprietan la cadena.

“Who’ll Stand With Us?” no es una simple canción de protesta: es una advertencia, un puñetazo sobre la mesa, una invitación urgente a dejar de mirar hacia otro lado. Dropkick Murphys nos recuerdan que la lucha de clases no es cosa del pasado, sino una herida abierta que sigue sangrando. Y que es hora de preguntarse, sin evasivas: ¿quién va a plantar cara con nosotros?