Tras la oleada de cancelaciones por parte de artistas como Zoo, Tribade, Fermin Muguruza o Los Chikos del Maíz en protesta por los vínculos empresariales de festivales como Viña Rock o Resurrection Fest con el fondo inversor KKR, ambos festivales han emitido comunicados oficiales para aclarar su posición y distanciarse de las acusaciones.
Viña Rock ha defendido con firmeza que “no financia ninguna causa violenta ni contraria a los derechos humanos, ni directa ni indirectamente“, y ha iniciado acciones legales por lo que considera una campaña de difamación. Además, ha condenado sin matices la masacre que está sufriendo el pueblo palestino, y ha reivindicado su trayectoria de apoyo a causas justas desde la cultura y la música.
Por su parte, Resurrection Fest también ha condenado la situación en Palestina, ha mostrado su solidaridad con el pueblo palestino y ha afirmado no financiar ningún conflicto bélico. Reconocen que en 2022 se asociaron a la plataforma internacional Superstruct, de la cual KKR forma parte como inversor desde hace unos meses. Aun así, remarcan que su equipo mantiene la autonomía total en la gestión del festival y que sus valores éticos no han cambiado en más de 20 años.
Tanto Viña Rock como Resurrection Fest insisten en que sus decisiones artísticas y de programación no están condicionadas por intereses externos, pese a formar parte de estructuras empresariales con participación de fondos como KKR. Sin embargo, y tal como ellos mismos reconocen, un grupo inversor acusado de beneficiarse de empresas vinculadas al armamento israelí sí invierte en la estructura global de la que forman parte. Por tanto, no puede afirmarse que no exista ningún vínculo, ni siquiera indirecto.
Ambos festivales concluyen sus comunicados defendiendo el impacto positivo que generan a nivel cultural y económico, así como su compromiso con los derechos humanos y la diversidad. La polémica, sin embargo, continúa abierta mientras más bandas se posicionan y la presión sobre el sector musical crece.





