El invierno aún cubre la tierra con su aliento gélido, pero en lo profundo de la oscuridad algo comienza a cambiar. Imbolc llega como un susurro en la noche, un fuego titilante que anuncia el renacimiento. Es tiempo de inspiración y guía, de nuevos proyectos que, como las semillas plantadas en el solsticio de invierno , empiezan a abrirse paso entre la tierra húmeda.
En las aldeas y hogares, la leche de oveja fluye como un símbolo de fertilidad y renacimiento, pues la vida comienza a despertar. Es el tiempo de los nacimientos, de la primera luz que rompe la penumbra, de la promesa de la primavera que aún no se muestra, pero que ya se siente en los corazones de quienes aguardan su llegada.

La noche de la víspera, las velas iluminan las puertas de los hogares, un faro para la diosa Brigid, patrona de la inspiración, la sanación y la poesía. En su honor, las manos tejen con esmero las cruces de Imbolc, amuletos de protección y bendición para el ciclo que comienza. Alrededor de los fuegos sagrados, se purifican los pensamientos, se encienden las candelas que nos acompañarán en el resto de los sabats, y se entregan oraciones a los misterios que aún yacen en la penumbra.

Con el tiempo, el cristianismo asimiló Imbolc en su calendario, transformándolo en la Festividad de Santa Brígida, una santa irlandesa cuyas características heredaron muchas de las cualidades de la diosa celta. La celebración también encontró su paralelo en la Candelaria, una festividad de la luz y la purificación dentro del cristianismo, que mantiene el simbolismo del fuego y las velas encendidas como reflejo del despertar de la vida. Aunque su esencia se modificó con los siglos, los rituales de purificación y la importancia de la luz continúan presentes, recordándonos su origen ancestral.

En este tiempo sagrado, la música resuena como un eco de las viejas tradiciones. No es casualidad que bandas como Salduie hayan elegido este nombre para su álbum, pues la esencia de Imbolc es la de la memoria encendida, la chispa que mantiene viva la historia. Como el fuego de la festividad, su música despierta lo que duerme en la oscuridad, trayendo de vuelta leyendas y hazañas que se niegan a ser olvidadas.
Hoy, mientras las llamas de Imbolc arden una vez más, recordamos que la vida es un ciclo eterno, y que la luz, aunque oculta por un tiempo, siempre encuentra su camino de regreso.