3ª NOCHE DE YULE: LA GRAN FIESTA DE YULE

En la tercera noche de Yule, el 22 de diciembre, el Solsticio de Invierno marca un momento clave en la transición entre la oscuridad y la luz. Es la noche más larga del año, donde la naturaleza alcanza su punto de mayor quietud, pero al mismo tiempo se prepara para la renovación. Desde tiempos ancestrales, esta fecha ha sido celebrada en culturas nórdicas y germánicas como un periodo sagrado, cargado de simbolismo y conexión con los ciclos cósmicos.

En los textos eddicos y los Vedas, la rueda es un poderoso símbolo de renovación y resurrección. Su constante rotación refleja los ciclos eternos de la vida, mientras que sus rayos, a menudo doce como el ciclo solar o cuatro como las estaciones, representan la periodicidad de la existencia. Según las antiguas creencias, durante el Solsticio de Invierno, el sol, que parecía alejarse irremediablemente, detiene su camino y comienza a acercarse de nuevo, prometiendo la llegada de la primavera y el renacimiento de la vida.

La festividad de Yule celebra esta transición. Es un tiempo para honrar tanto la oscuridad como la luz. Durante las largas noches de diciembre, la oscuridad reina, y los espíritus, desde trolls y elfos hasta ancestros y duendes, vagan libres por Midgard. Es una época de desafíos y coraje, donde se invita a las familias y clanes a unirse, compartiendo banquetes, bailando alrededor del árbol de Yule y quemando el Yule Log como símbolo de purificación y buena suerte.

Entre las tradiciones más destacadas está la decoración del árbol de Yule, que representa el verdor y la vida preservada, así como la creación de cabras de paja en honor a Thor. Se queman troncos que deben arder toda la noche, mientras se guarda un trozo para encender el siguiente año, simbolizando la conexión entre pasado, presente y futuro.

Con la llegada del cristianismo, estas tradiciones fueron adaptadas al nacimiento de Jesús, reinterpretando el renacimiento solar como el del Salvador. El árbol de Yule pasó a ser el árbol de Navidad, y el Yule Log se transformó en símbolo cristiano. Sin embargo, el espíritu de renovación y unión persiste, recordándonos que incluso en la mayor oscuridad, siempre hay luz y esperanza renaciendo.

Esta tercera noche de Yule sigue siendo un llamado a honrar la valentía, fortalecer los lazos y reconocer el poder transformador de la naturaleza y los ciclos de la vida