¡Feliz Año Brutal Folkers!
O eso diríamos si estuviéramos en el siglo II A.C.
Nuestro calendario es heredero del romano, y este comenzaba su año el 15 de marzo (los Idus de Marzo), cuando el sol toca el punto primaveral y la rueda de las estaciones recomienza su vuelta, tal como nos cuenta Salduie en el tema perteneciente a su disco “Imbolc» (2014), titulado «Numancia”.
En esta fecha se nombraban también los cónsules encargados de estructurar y planificar las campañas bélicas.
De esta manera Septiembre coincidía con el séptimo mes, octubre con el octavo, noviembre con el noveno y diciembre con el Décimo.
Pero con motivo de las guerras celtibéricas, en el año 153 a.C. los romanos se vieron obligados a adelantar el año a las Calendas de Ianuarius con el fin que las maniobras militares coincidieran con la primavera o la época estival. De esta manera evitaban la lucha en el duro invierno del Alto Duero y el Moncayo, y de ahí que los muros de Sekaiza fueran nombrados casus belli (motivo de guerra) tal como cuenta Salduie en “Carus de Sekaiza”.
Más tarde se produjo la reforma de Julio César (46 a.C.) que estructuró mejor la duración de los meses, adaptando el calendario al curso solar. A su muerte, el mes Quintilis se pasó a llamar Iulius en conmemoración a su persona. Lo mismo ocurrió a la muerte de su hijo Augusto, y el mes sextilis pasó a denominarse Augustus.
De esta forma podemos asegurar, que parte del calendario que actualmente predomina en el mundo se debe en cierto modo a los conflictos romanos con los segedenses y la posterior entrada en escena de los valientes numantinos que resistieron 20 años a Roma con ataque de Publio Cornelio Escipión Emiliano El Africano Menor a quien encargaron la labor de destruir Numancia, a la que finalmente puso sitio, levantando un cerco de nueve kilómetros apoyado por torres, fosos, empalizadas, etc. Tras 13 meses de hambruna y enfermedades, agotados sus víveres, los numantinos decidieron poner fin a su situación y algunos se entregaron en condición de esclavos, mientras que la gran mayoría decidió optar por el suicidio, pero incluso en tiempos de dificultad en la ayuda a Segeda, consiguieron derrotar a 30000 hombres comandados por Quinto Fulvio Nobilior e incluso 10 elefantes, los cuales uno al ser herido gravemente en la cabeza, enfureció y vuelto a los suyos con terribles bramidos, comenzó a atropellar a cuantos encontraba, sin distinción de amigos o enemigos (Bestias Númidas, 2016) . A los bramidos de éste, enfurecidos los demás elefantes, comenzaron a hacer lo mismo, y atropellaron, mataron y desbarataron a los romanos. Los segedenses al conocer que Roma se acercaba con sus legiones, abandonaron su ciudad huyendo hasta Numancia, solicitando la ayuda de los numantinos. Estos aceptaron y como dicen las fuentes:
“De esta manera tan injusta entró Numancia en la guerra”.
La paciencia fue el arma de Escipión. Tras 11 meses de hambre y asedio, los sitiados pasaron a comer pieles cocidas primero y a los muertos después «Y nuestro pueblo, con sopor inmundo, antes de ir al infierno muertos comerá!». En el verano del 133 a.C. la ciudad fue arrasada. Antes de caer como esclavos, los numantinos se suicidaron, los hombres mataron a sus mujeres y a sus hijos, para acabar después con sus vidas, «Resistiremos vivos o muertos hemos de quedar!«